A la verdadera respuesta no la tengo, esto comenzó
posteriormente de sufrir una intoxicación literaria, creo que viví un par de
meses en los que comprobé que necesitaba descargar mis sentimientos traspasándolas
a un par de hojas, a la respuesta todavía no la encuentro, pero francamente
agradezco, agradezco poder dejar un recuerdo en internet, o poder dejar algo
que demuestre mi forma de pensar o de ver la vida.
Uno escribe cuando sufre un golpe de inspiración, esos
momentos del día en el cual anhela tener algún papel, libreta, computadora o
cualquier borrador como para anotar lo que le sucede, lo que piensa o lo que le
nació.
Estos momentos no me acontecen frecuentemente, hay que ser
consciente y escribir cuando la lengua
pica, o cuando siente la mano con demasiada movilidad.
Volviendo al tema de escribir, sufro la necesidad de
traspasar todo a un papel, muchas veces no lo leo nunca más, como corresponde,
algunas veces por una cuestión de dignidad, otras por miedo, y otras tantas
porque siento que fui tocado por algunas emociones que derivaron en eso, a
escribir amorosamente, con odio, con franqueza.
En el libro Confieso que he vivido de Pablo Neruda leí que
uno no puede escribir nunca después de haber leído un libro, es lógico, ya que
directa o indirectamente va a expresar su parecer sin olvidar lo anteriormente
aprendido.
Me encantaría gozar de la capacidad de poder hundir todo lo
que pienso en una hoja para que los interesados lean, pero no gozo de la
capacidad de poder expresar todo lo que siento.
Sin embargo, creo que para bien o para mal, esto termina
resultando una terapia, una escapatoria a todo lo cotidiano, y la virtud de
poder decir cosas que nacen inconscientemente en la cabeza de uno.
Para bien o para mal, yo escribo, para bien o para mal, vos lees…
IGNACIO GIARDINI
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