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lunes, 5 de mayo de 2014

El día de Alonso.

"Que otros se jacten de las páginas que han escrito;
 a mí me enorgullecen las que he leído"
Jorge Luis Borges



Sube las escaleras, las maderas crujen. Prende un cigarrillo tras otro. Se sienta en la computadora y revisa el catálogo de libros. Lo rodea una biblioteca, mucho para vender y poco afecto que lo unen a estos libros vendibles. Tiene un encendedor caro y fuma cigarrillos baratos, total para él son todos lo mismo. En su escritorio hay una taza de café vacía, un cenicero y un monitor que muestra muchas de las opciones que el comprador puede elegir.
Justifica su odio al sistema capitalista alegando que ningún librero es digno, que todos roban, que todos mienten.
Su vida pasa alrededor de su colección de libros de San Martín y sus sables históricos, que con tanto esfuerzo compró y hoy no tienen precio.
Tiene una bicicleta pegada a la puerta de su casa, la cual utiliza para moverse por el barrio, arriba de la misma hay varios cuadros colgados, Belgrano, Güemes y Moreno se destacan por su tamaño y su pose heroica.
Desprecia a Rosas y a Perón, en su mundo ambos tiranos no tienen espacio, los margina por dictadores y alega que ellos fueron los principales culpables del atraso argentino. En su habitación cuelga una bandera de Francia, cada 20 de julio saca a relucirla y escucha La Marsellesa coreando conocidas estrofas.
Dos golpes contudentes a la puerta de su casa alteran su armonía, mira con cara de asco y piensa cuánto extraña no recibir visitas.
Finge sonreír... abre la puerta, estira la mano y la historia vuelve al primer párrafo.


IGNACIO GIARDINI.