Cantidad de visitas al blog...

martes, 26 de noviembre de 2013

CHACABUCO

No se sabe con exactitud el lugar de los hechos, ni qué sucedió. Se habla de varios personajes, se dice que todo fue un sueño, o tal vez algo que pasó.
Es la historia de dos hombres que se conocieron en Chacabuco, allá por 1950, el tren recorría el pueblo llevando y trayendo gente que llegaba a visitar familiares y a trabajar por un tiempo, o tal vez si la suerte acompañaba a quedarse definitivamente. Ellos se encontraron en el bar, el cual congregaba hombres de todas las edades que iban a compartir una ginebra o una grapa.
La amistad empezó a fortalecerse con el paso del tiempo al punto de terminar siendo compadres, nunca se supo si ambos tenían familias o si eran forasteros que venían escapando de algún pago lejano.
Veinte años de diferencia había entre ambos, eran sumamente distintos respecto a ideologías y formas de ver la vida, sin embargo en gustos coincidían. Hablaban de historia, de batallas, de leyendas y héroes.
La historia los narra como dos seres sumamente distintos pero que en algunas cosas lograban encontrarse, los años de diferencia eran un atenuante pero también una coincidencia. El amor por los perros, los caballos, las mujeres y los pistoleros eran fuentes dignas de diálogos interminables, los cuales culminaban a altas horas del amanecer, a esa hora ya no quedaba yerba para el mate y el negocio de ramos generales ya estaba cerrado.
Una noche después de varias vueltas de grapa hubo un conflicto en el bar, un hombre entró difamando al gauchaje,tratándolos de vagos y al preguntar quién estaba dispuesto a pelear,el mayor se puso en su camino y le dijo que él representaba a esa camada dorada de próceres de poncho y puñal.
En la puerta del bar empezó la batalla, la cual fue dura y larga, el difamador logró apuñalar al gaucho y el mismo al caer al piso escuchó el grito del menor, el cual salió al cruce a hacerle frente al cobarde que entró al bar a alterar el orden. La triste historia cuenta que el menor sufrió lo mismo que su amigo, una puñalada que lo dejó tendido en el suelo, al lado de su compadre.
Heridos, mirándose, comprobaron que los esperaba el mismo destino, esa derrota que dignifica.
Nunca se supo si murieron, si alguno sobrevivió, al final de cuentas el desenlace es irrelevante si se tiene cuenta que ambos cayeron en defensa del honor y de esa palabra tan difícil de llevar a cabo: LEALTAD.

IGNACIO GIARDINI.

No hay comentarios:

Publicar un comentario