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jueves, 26 de septiembre de 2013

Juan

A Janet.
A María Belén.


Ya duerme tranquilo, las balas dejaron de pasar a su alrededor pero sigue soñando con ellas.
En Argentina se llama Juan, habla poco castellano porque su idioma es el Suazi, nació en Suazilandia pero debió escapar.
Creció en los alrededores de Mbabane donde vio morir a toda su familia a causa de las tantas guerras civiles que acosan estas tierras, logró escapar; se salvó. Reside en Mendoza, vive en la Cuarta sección donde comparte habitación con dos hermanos suyos y otros cuatro hombres que vienen de Angola, Sierra Leona y Gambia respectivamente.
Durante el día sale a vender alhajas truchas, Rolex de 200 pesos, cadenas de oro y plata de dudosa procedencia, joyas preciosas que de preciosas tienen poco y nada.
La gente lo mira como si fuese un sapo de otro pozo, un "sinpapeles", algo inferior.
Fue el segundo hermano en llegar y cuando lo hizo,aprendió las palabras esenciales del Castellano para poder salir a ganarse la vida, esa vida que tanto le pegó y le sigue pegando. Algunas veces se entera de noticias de su tierra, la cual anhela y extraña. Con sus hermanos de habitación viven recordando sus pagos, pasan días contando historias de sus respectivos lugares, lloran, cantan y rezan a sus dioses, piden que nunca los abandonen y guardan un pequeño dejo de esperanza de poder volver a la tierra prometida, a sus tierras.
Llega la noche, el silencio vuelve a ganar, vive escapando de la policía y siempre mira para abajo cual culpable, culpable de una herencia sagrada de haber nacido en un continente explotado por los que siempre triunfan.
Y así pasa otro día, otro día de exilio y de nostalgia.


IGNACIO GIARDINI.

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